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Javier Solórzano

01/10/2012 - 12:00 am

De nuevo sólo lo posible

La reforma laboral es un capítulo más de la historia legislativa en que se termina aprobando lo que se puede y no lo que se necesita. La inesperada forma en que se aprobó desde el balcón de San Lázaro evidencia el máscara contra caballera que provocó. Los priístas sacaron las mañas y en lugar de […]

La reforma laboral es un capítulo más de la historia legislativa en que se termina aprobando lo que se puede y no lo que se necesita. La inesperada forma en que se aprobó desde el balcón de San Lázaro evidencia el máscara contra caballera que provocó. Los priístas sacaron las mañas y en lugar de pelearse por la tribuna se subieron al balcón y desde ahí que cantaron su serenata con su maquinaria que se ve cada vez más aceitada.

La reforma laboral no va a hacer distinto al país. Lo que lo hará diferente es la creación de nuevas condiciones económicas para la producción, la inversión, la creación de negocios y la generación de empleos. La reforma debería construir bases para modernizar las relaciones obrero-patronales y ayudar a mejorar la economía, pero no lo hace sola. Si no mejora la economía seguirán presentándose abusos y relaciones laborales en donde prevalece la voz y decisión de los patrones bajo la máxima de “si te parece bien y sino detrás de ti hay muchos que quieren tu chamba”.

Esta es una practica de todos los días y si en una industria se ha dado últimamente es en la de los medios de comunicación. El mercado está tan competido que algunos dueños se aprovechan de la situación bajo el “sí te parece bien y sino…”. Una de las fórmulas más socorridas por los dueños en los últimos meses es la de colocar a los periodistas en el extremo cambiándoles su horario de trabajo y en caso de no cumplir son despedidos bajo argumentos absurdos que incluyen otra máxima odiosa, por no escribir otras cosa, “política de la empresa”.

La reforma laboral que se aprobó en San Lázaro tiene luces, sombras y avances. Hay temas que por fin se pusieron sobre la mesa con lo que se actualizó buena parte de la Ley del Trabajo, pero hay otros, como la transparencia en los sindicatos, que simple y sencillamente se quedaron igual, no se tocaron. El hecho llama la atención porque lo único que queda por concluir es que el tamaño de la cloaca en algunos sindicatos y su relación con el PRI, el cual no permitió que nadie se asomara siquiera al tema, es mayúscula. Igual pasó con la contratación colectiva. Seguirán siendo las empresas las que decidan a que sindicato deben pertenecer los trabajadores, los empleados no tiene la libertad para decidir.

Lo del “outsourcing” tiene una alta dosis de ironía en su entorno. Las cámaras de diputados y senadores, la Asamblea Legislativa del DF, los gobiernos federal y estatales, los bancos y buena parte de las grandes empresas recurren a esta práctica a través de empresas externas, las cuales tienen contratado a su personal a través del famoso “outsourcing”. Cuando en tribuna se envalentonan algunos legisladores vociferando sobre la reforma laboral, particularmente los izquierda, aparecen las dobles caras, las dobles medidas y las dobles morales. Habrá que preguntarle a Martí Batres si sabe de donde viene los trabajadores que limpiaron el tiradero de vidrios.

El gran reto que tenían los legisladores era hacer algo nuevo, actual y moderno. Por lo que se ve esta arroz ya se coció, ahora sólo falta el trámite en el Senado. Muchos elementos contenidos en la reforma van actualizar la vida laboral del país Lo que queda a la vista es que no hay duda que la izquierda está formalmente dividida y que el PRI no va a permitir ni hoy ni nunca que toquen a las cúpulas sindicales; ¿pues qué esconden?

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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